Desde una llama humana y pasional, emerge el reflejo de nuestra propia sombra
-aquella que sin luz, no existiría-.
.:::. Hay quienes dicen que la verdadera luz es transparencia, por lo que no puede ser reflejada; ya que es todo y nada, a la vez .:::.
Este fuego humano, mundano y finito. Fuego denso, corpóreo. Peligroso y sustancioso: ES reflejo y REFLEJA. . .
Y es la huella de la transformación del ardor, causado por su espejada condición, la que va trazando el rumbo:
forjando el aprendizaje.
-aquella que sin luz, no existiría-.
.:::. Hay quienes dicen que la verdadera luz es transparencia, por lo que no puede ser reflejada; ya que es todo y nada, a la vez .:::.
Este fuego humano, mundano y finito. Fuego denso, corpóreo. Peligroso y sustancioso: ES reflejo y REFLEJA. . .
Y es la huella de la transformación del ardor, causado por su espejada condición, la que va trazando el rumbo:
forjando el aprendizaje.
jueves, 27 de mayo de 2010
en busCa de las griEtas.-
Una rutina
que,
a veces,
apaga los
despertares.
Y una lucha
constante
por desemembrarla,
por derrumbarla.
Por quebrarla
desde dentro,
quitándole la forma.
Por dejar entrar
el sol,
a través de las grietas
provocadas
por puñaladas
de vida,
que laten internamente,
procurando romper
la sólida cárcel.
Grietas
que hacen el intento
de no dejar
que el sueño
venza;
y se haga costumbre.
De no dejar
que la muerte
vaya paseando
los rededores,
vistiendo los ahoras
de estancamiento.
Opacando los colores
y llevándose consigo
el fresco
aroma
de brillantes
novedades.
viernes, 21 de mayo de 2010
celeBRación XVIII.-
celebraciÓn XVII.-
miércoles, 12 de mayo de 2010
transcUrrir.-
lunes, 3 de mayo de 2010
a lOs que esCuCHan.-
Edificios
cada vez
más altos;
bajo un cielo
cada vez
más lejano.
Intentos
de Babel
que se derrumban
en silencio,
entre el ruido
ensordecedor
de la urbe.
Tanta tanta
soledad
en medio
de las calles
superpobladas.
Tanto aislamiento.
Tanta necedad.
Tanta ceguera:
Hastiada,
aturdida,
inválida.
Un grito
de silencio
inacabable,
surca
el centro
del bullicio,
y encarna
el germen
del llamado.
Un grito
de silencio
convoca
eternamente
a los que
escuchan.
Un grito
eterno,
abierto
a los sentidos
que no han muerto
por la inercia,
y están
a tiempo,
aún,
de no morir
de sueño.
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