perfumaste los umbrales con romero.
Me enseñaste la fortaleza de lo simple,
la virtud del agradecido,
la satisfacción del que poco pretende,
la riqueza de la contemplación,
y la eterna maravilla de la fe.
Querida Gina: Estarás por siempre.
Hermana,
Amiga,
Abuela.