Desde una llama humana y pasional, emerge el reflejo de nuestra propia sombra
-aquella que sin luz, no existiría-.

.:::. Hay quienes dicen que la verdadera luz es transparencia, por lo que no puede ser reflejada; ya que es todo y nada, a la vez .:::.

Este fuego humano, mundano y finito. Fuego denso, corpóreo. Peligroso y sustancioso: ES reflejo y REFLEJA. . .
Y es la huella de la transformación del ardor, causado por su espejada condición, la que va trazando el rumbo:
forjando el aprendizaje.

miércoles, 12 de mayo de 2010

transcUrrir.-


Un duende
caminando
sobre
un tronco,
baila
la vida.

Una hoja
cayendo;
bella
y plácida,
baila la muerte.

El duende
de la vida
suele, además,
caminar
/algunas
tardes/
las hojas
de la muerte
-sumergido
en la misma danza-

Como una pincelada
sin cortes.
Como la continuación
de la eterna
belleza.