
Tres bandadas
de golondrinas
entretejen
sus vuelos
intermitentes.
Reconocen
el área.
Vuelan marcando
el ritmo
de un oleaje
de luminosos
latires
renegridos.
Montada
en mi bici
observo
los brillos
del crepúsculo.
Los destellos
iluminados
de la
vibración vital
en la hora
de los brujos.
Algo así
como un presagio,
se anuncia
en devenires
de gestos
y eventos en
esta tarde:
que se vistió
de luces
para engalanar
la vida,
sentada
en las orillas
de la muerte.