Desde una llama humana y pasional, emerge el reflejo de nuestra propia sombra
-aquella que sin luz, no existiría-.

.:::. Hay quienes dicen que la verdadera luz es transparencia, por lo que no puede ser reflejada; ya que es todo y nada, a la vez .:::.

Este fuego humano, mundano y finito. Fuego denso, corpóreo. Peligroso y sustancioso: ES reflejo y REFLEJA. . .
Y es la huella de la transformación del ardor, causado por su espejada condición, la que va trazando el rumbo:
forjando el aprendizaje.

miércoles, 7 de julio de 2010

el camino de la sombra de la luna.-


¿Dónde?
¿Detrás de mi?
¿Dentro de mi?

/¿Por fuera?/

¿Dónde?

Este sendero
helado por nieves
eternas;
cubierto de desgarro,
/de despojo/;
sigue su ruta
y, sin embargo,
está cargado
de desconcierto.

Si busco reflejos,
me reconozco ajena.
Desconocida.

Invierno de sombras,
este ahora,
me obliga a escurrirme
dentro de lo no mirado.
Sentenciando mi duelo.

¿Cómo desdibujarme,
dentro del dibujo?
O más, aún:
¿cómo desdibujarme
si desconozco
mi verdadera forma,
y niego lo poco que de ella
puedo divisar?

Este proceso de desintegración
no tiene retorno.
Es puro vértigo,
pura caída.
Veloz, ágil,
impía.
No hay elección.

Se refleja la luna
en el filo de los cuchillos
ansiosos por dar corte,
y ya no me resisto.


Bebo la plata acuosa
de los filos.
Incorporo las sombras,
y las despido.

Cortar.
Matar.
Seguir.