
Ramas II Cardesin
El olvido
es un
sendero blanco,
y se recorre
estando
quieto.
De pie.
Inmóvil
/mientras todo
sigue girando/.
Es un desierto
de sal
que barre las
huellas,
borra los nombres.
Cubre las manos.
Cierra los ojos
y canta
las melodías
del nunca.
Las canciones
de nadie:
dejando su sonido
suspendido
en el espacio
insondable
del destierro.
En el susurro
helado
de lo ya muerto
y vacío
de todo gesto;
de todo anuncio
vital
fuerte y perenne.
Vacío de aquello
que permanece
más allá de toda
forma.