Desde una llama humana y pasional, emerge el reflejo de nuestra propia sombra
-aquella que sin luz, no existiría-.

.:::. Hay quienes dicen que la verdadera luz es transparencia, por lo que no puede ser reflejada; ya que es todo y nada, a la vez .:::.

Este fuego humano, mundano y finito. Fuego denso, corpóreo. Peligroso y sustancioso: ES reflejo y REFLEJA. . .
Y es la huella de la transformación del ardor, causado por su espejada condición, la que va trazando el rumbo:
forjando el aprendizaje.

jueves, 11 de febrero de 2010

eJemplO .-


En la quietud
el árbol
encierra
el silencio.
Alimenta su
fortaleza.
Y,
aún así,
previsor:
se deja mover
por un viento
ausente.

El árbol
nunca sale
de si mismo.
/jamás centra
su atención
en un objeto/.

Por eso
siempre
conserva su
entereza.

Contemplar
nuestro templo
interno
nos vuelve
ubicuos.

Y ser
conscientes
de nuestra
ubicuidad
es algo
así
como entender
lo eterno.