Por momentos tu mano
se escurre
entre la mía.
Y se traza una distancia
insondable
entre sus bordes.
Por momentos
gritamos en silencio,
el grito que nos nombra
y nos destruye.
Que se abre
como una grieta
desde el pecho,
desde dentro del pecho;
desde más adentro.
Por momentos,
ese mismo grito,
nos construye.
Y entendemos que
siempre seremos
ese gritar.
Desgarrador.
Demoledor.
Generador.
Visceral.