Llegará el olvido
alguna tarde
impregnado por su
aroma
verde nilo,
y su pausa de montaña
-quietud de estanque-.
Me traerá envuelto
en su manto de cadencias,
la llave
y el acceso
a otros sentires;
forjando novedad
de renaceres.
Llegará el olvido;
lo presiento.
Su halo neblinoso
ya se acerca.
Hace un trabajo fino:
imperceptible,
alisando territorio
en mi morada.
Y cuando llegue arderán
estrellas grises.
Brillando plenas
aunque en cierta
penitencia.
Es que siempre existe
un duelo,
previo al parto.
Siempre hay
un despedirse
(para siempre),
antes de sembrar
nuevas memorias.